18 de noviembre de 2012

Dat moment

Llegó ese momento del año en que empiezana repetirse situaciones de otros años. Vas a jugar un partido con amigos, por momentos te quedás sin aire, por otros sin piernas, pero terminás aportando lo necesario para que tu equipo gane. Al terminar el partido, en esos momentos de silencio que hay cada tanto, empieza el diálogo interno:
"Pah, no puede ser que me haya quedado sin aire tan rápido. Ahora porque estoy estudiando para el parcial del martes, pero el miércoles mismo empiezo a salir a correr...

...Ah no, el miércoles empiezo a estudiar para el examen del otro viernes. Y el día después de eso para el otro examen."

Ese examen es a unos días nomás de las fiestas y, ¿para qué vas a salir a correr y hacerte el mente sana cuerpo sano si a los días viene navidad y vas a comer cerdo como un ídem?

Son los días en que estando sentado tranquilito el corazón te late a mil y se te suben los eggs a la garganta porque empezás a especular con todo: con qué textos van, qué textos leíste y qué textos no, cuántos días tengo para leerlos; por qué soy tan pelotudo de no leer -todo mientras tenés una fotocopia frente a vos y no se te cae la fantástica idea de leerla-, especulás con que haya un resumen en internet de eso que no entendiste, entonces perdés otra media hora recorriendo todas las páginas habidas y por haber, solo para darte cuenta...de que perdiste media hora buscando algo que no necesitás, lo que necesitás es sentarte y leer.

Pero no es tan fácil. Porque no te bancás el silencio absoluto entonces te querés poner música de fondo, entonces te armás una listita de música que te gusta, y te das cuenta de que le estás dando más bola a la música que a la lectura. Y así hasta que leés un par de párrafos. Acto seguido te fijás cuantas páginas faltan y volvés a sacar cálculos: "Son 12 páginas, pero acá, en esta y en esta otra tiene muchas notas al pie, así que es como si fueran diez", como en ese capítulo de Seinfeld en el que Jerry le dice a Elaine que tienen que se quedan varados un fin de semana pero restándole las horas que se duerme y que se come es como si fuera un día solo.

También es la época en que entrás a la página del ISEF y bajás las bases de la prueba de ingreso de la Tecnicatura de Fútbol. Ves que siguen siendo las mismas. En el fondo sabés que de nuevo no vas a dar esa prueba. Y en el frente sabés que seguís año tras año bajando las bases para sentir que tenés una vía de escape de una carrera que estás estudiando, que te gusta pero que no es tu vocación -tampoco mi vocación es ser técnico de fútbol, digamos las cosas como son- y para con la cual mantenés una relación cordial. No querés sentirte atado.

Y así vas, entre certezas e incertidumbres. Entre querer poner mucho huevo y querer cortártelos. Queriendo que llegue el día para que pase pero no queriendo que llegue así te preparás mejor. Y muy pocas veces con la "claridad" de poder escribir todo lo que te pasa.