22 de febrero de 2013

Desdentado



Quienes me conozcan saben que de unos meses a esta parte me he vuelto un adicto al Candy Crush. Para quienes no lo conocen, es el típico juego de "Juntá 3 cositas del mismo color", pero con un giro, ese giro consiste en que no se trata solo de sumar puntos, sino que nos ponen otros objetivos que tenemos que cumplir para pasar las pantallas, mientras seguimos juntando tres cositas del mismo color.

En el marco de ese juego de Facebook, uno puede ver en qué pantalla están los amigos de uno, lo cual sirve  para rivalizar y competir. Pero es más lindo aún cuando tenés acceso al Facebook de otra persona y podés ver en qué pantalla está esa persona que odiás tanto pero tanto que la bloqueaste.

Y así fue, en estos últimos días entré a ver en qué estaba el Chico Diente, y me quedé con el número de la pantalla. Cuando pasé esa pantalla, volví a entrar para confirmar que sí. Que lo pasé.

El Chico Diente en una pantalla, yo una más adelante. LTA.


20 de febrero de 2013

¿Qué digo gol? ¡Recontra golazo!

Bueno chiquilines, ¿cómo decirlo? Al principio del año lectivo 2012 tenía un objetivo: salvar todo. En Junio salvé el parcial de Social de Segundo (no, no me voy a cansar de decirlo) y en Julio, de puro pedo y gracias a una tonelada de viveza criolla, me saqué de arriba Social de 3°. El año prosiguió con dos materias por salvar, Genética y Psicopatología. Para Genética me preparé mucho -pero para Genética nunca se está suficientemente preparado- y salí con la idea de que podría llegar a haberlo salvado, como podría haberlo perdido. Aprobado 7. Y digo la nota para que quede claro como en esa materia un "no sé si salvé o perdí" se puede traducir en semejante nota (escala de 1 a 12 en la que un 3 es un 60% del examen bien).

Y después, Psicopatología. Habiendo tenido una prueba de ingreso a BPS (la cual perdí miserablemente pero no me preocupó demasiado) y habiendo viajado 3 días antes para ver al Siempreterno, di el examen y lo di por perdido. Diagnostiqué mal, y de 3 preguntas respondí 2. Estaba perdido. Ya había empezado a bajar textos para cuando volviera a estudiar y me mentalicé que el 25 de enero empezaba.
Pero, por alguna razón que aún no comprendo, entré a ver las notas de los exámenes y, ¡había salvado!






Terminé segundo y tercer ciclo en cuestión de unos días. Se me viene la peor parte, pero sé que no arrastro nada de años anteriores. Y como si eso fuera poco, tengo el primer Febrero libre desde Febrero de 2009. Para vos y para tu tía Gregoria.

10 de febrero de 2013

Presentación en Sociedad

A fines del ya extinto 2012, uno de los locales de fotocopias cercanos a mi facultad -el que se volvió mi favorito desde un día en que fui y estaban escuchando Tenacious D- avisó por Facebook que vendían agendas. Hasta ahí todo bien, hasta que en un momento dijeron que hacían agendas con tapas personalizadas, esto es, vos diseñabas tu tapa, se las mandabas, y te quedaba como tapa de tu agenda.

Ahí empecé a tener en cuenta que era probable que este año hiciera cuarto y que quizás necesitara anotar cosas para llevar un registro de lo que tengo que hacer. Entonces me puse a pensar en qué podía hacer para la tapa. No se me ocurría nada, hasta que se me vino una gran idea a la mente.

Hace un par de años bajé un .zip de Taringa! -cuando se bajaban cosas de Taringa!- con un montón de fuentes de bandas. Entonces se me ocurrió escribir 2013 con fuentes de varias bandas en la tapa. Pero no tenía fondo. Y fue cuestión de segundos decidir qué iba a poner de fondo. Siempre me gustó la estética y el diseño del "How to Dismantle an Atomic Bomb" de U2. Así que ese iba a ser el fondo.
Terminé poniendo también la fuente de ese disco, junto con la del "No Line on the Horizon", la de AC/DC, la de la miniserie de Tenacious D, la de The Beatles y, como no tenía más fuentes de bandas que tuviera muchas ganas de poner, puse la de Iron Man 2 y la de las Spiderman de Tobey Maguire. Me encantó el resultado final:

Esta imagen es un gran HOLA PAINT.
La mandé, pero como lo hice muy cerca de la fecha en que cerraban por fin de año recién la pude retirar en Enero, y fue un amor incondicional a primera vista. La agenda es todo lo que quería y aún más. Tiene un montón de información útil e importante para el pasaje por facultad, y hasta unas cuantas hojas con renglones por si algún día me olvido para cuando me olvide de alguna cuadernola. Y también le va a ser útil al blog, de una manera que conocerán a fin de año.

Resultado final. Diseño by Facundo. Patente pendiente, pendiente, pendiente.

6 de febrero de 2013

Doble San Antonio 2013

El 2 de Febrero fue un día muy loco. Me dormí pasadas las 6 de la mañana para despertarme a las 9, bañarme y salir para el aeropuerto a recibir a dos de mis mejores amigas, que volvían de un viaje en el que recorrieron buena parte de Europa. De ahí me fui a la casa de una de ellas, donde comí un par de sandwiches y charlamos un rato hasta que me volví a casa. Allí, ordené todo para hacer de cuenta que la noche anterior no había habido un despelote y, a las 5 de la tarde, sin siesta de por medio, partí para Piriápolis.
Al llegar -alrededor de las 7 de la tarde- Madre y Prima me reciben y me preguntan si estoy bien comido y bien dormido. Cuando les pregunto por qué, me responden que ese día se corría la Doble San Antonio, una de las carreras más antiguas del país, que consiste en correr 8 kilómetros, teniendo como parte del recorrido la subida y bajada al Cerro que lleva ese nombre (de ahí el 'Doble', hay que subirlo y bajarlo). La conversación siguió pero yo me quedé estancado ahí. Inmediatamente me volvieron las ganas de correr y empecé a pensar que no había traído el calzado apropiado y cosas del estilo.


Llegué a la casa y después de informarme sobre las inscripciones y detalles de la carrera, salí raudo y veloz a buscar un RedPagos para anotarme. A partir de ahí el humor de mi vieja pasó de ser graciosón a enojarse y ponerse nerviosa. Llegué al RedPagos y afortunadamente había cupos. Pagué la inscripción, me anoté, recibí el número y el chip y volví. Hacía una hora y media que había llegado y faltaba una hora para la carrera. Me cambié, tomé un vaso de jugo y salí acompañado por Madre, Prima y su hijo, que se llevaron sillas y se pusieron en la rambla para mirar la carrera. Yo me fui hasta la zona de calentamiento faltando algo más de 20 minutos para empezar. Estaba pasando: iba a correr otra vez una carrera de varios kilómetros.


Cuando me pareció que ya había calentado bastante -ni a palo había calentado lo suficiente- me puse en la largada. Aún faltaban largos 17 minutos para salir. Y ahí empezó uno de los momentos más lindos de este tipo de carreras. Todo el mundo está expectante, los corredores y la gente que va a darles apoyo. Se escucha un murmullo general de ansiedad mezclada con nerviosismo; ansiedad y nerviosismo que a uno también le resultan inevitables. Al mismo tiempo hay como un silencio que siempre termina llenándose con lo mismo: uno se pregunta si va a ser capaz de lograrlo. Si va a poder dominar la distancia. Si va a poder superar las dificultades que vengan en el camino. Se acuerda de cosas que escuchó en conversaciones ajenas. Que la bajada es más difícil que la subida, que son 6 kilómetros entre subida y bajada y solo dos en llano, que planeo hacer nosecuántos minutos, etc. Y uno está ahí, y no puede evitar mirar el reloj cada tanto. Sabe que en breve se va a largar y todo eso se va a poner a prueba. Uno mismo se va a poner a prueba. Y de ahí la ansiedad y el nerviosismo.
Finalmente los eternos 17 minutos pasaron y el reloj llegó a cero. La enorme fila empezó a moverse y, apenas pasados los dos minutos desde el inicio, empezaba mi carrera.

Arriba del todo se ve el sendero de luces que marcan el camino a  la cima.
Después de pasar por donde estaban Prima, Sobrino y Madre (que ahora gritaba como la hincha número uno a pesar de que media hora antes me puteaba por haberme anotado), decidí llevar el ritmo de menor a mayor, para que no me pase como en la 10K de 2011, y teniendo en cuenta que iba a tener unos cuantos kilómetros en subida. Y fueron unos cuantos en serio. Le di la vuelta al cerro subiendo, para llegar a la mitad del recorrido en 26 minutos. Ahí empezó la bajada, que supuestamente era peor. Y lo fue. En la primera bajada que tuve aflojé las piernas y me dejé llevar. Pero claro, al dejarme llevar por el impulso de la bajada aceleré y me cansé más rápido, lo que desembocó en que me viniera un dolor espantoso abajo de la costilla que me hizo parar por unos metros. Decidí seguir y tratar de correr, por más lento que fuera, pero correr. Al poco tiempo el dolor empezó a disminuir y cuando me quise acordar no solo estaba corriendo a ritmo casi normal sino que estaba terminando la última bajada y faltaban dos kilómetros para terminar la carrera.

Volví a pasar por donde estaba mi hinchada, que con fotos y gritos de aliento me hizo no querer estar ahí, y decidí acelerar y dejar toda la energía que me quedaba. No me voy a olvidar por mucho tiempo de esos minutos finales:
La calle se volvía más angosta, empezaban a aparecer las vallas, detrás de las cuales había cientos de personas aplaudiendo y alentando. De repente escucho por los altavoces la voz del presentador de la carrera, "...cientos de hombres y mujeres que van llegando y completando estos ocho kilómetros..." Ahí forcé la vista y vi de muy lejos la meta, y el reloj. No distinguía el número. Entonces empecé a acelerar, más y más, para poder ver el dígito final de la carrera. Al principio pensé que decía 1 hora 04 minutos y me decepcioné. Pero no dejé de acelerar y faltando algo más de 300 metros lo vi nítido: 49 minutos 40 segundos. Me dije a mí mismo que iba a terminar antes de los 50 minutos, y empecé a correr a toda velocidad hasta cruzar la meta a los 49 minutos 57 segundos. El tiempo neto desde que salí hasta que llegué fue de 47:48.