19 de octubre de 2010

Dos Máximas

Para los que no saben, tengo el hobbie involuntario de ser muy pelotudo o tener muy mala suerte. Y en algunos casos, una macabra combinación de ambas. Pero hay una maldición en particular que me molesta mucho. Se enunciaría así:

Siempre que diga en voz alta que "no voy a necesitar" algo, esa cosa se volverá de máxima necesidad, y en un momento en el que sea imposible conseguirla.

 Hasta ahí todo bien, porque una vez que descubrí la maldición, no me había afectado demasiado. Alguna escuadra que "no iba a necesitar" el día de un escrito sorpresa de matemática, o un abrigo que era al pedo llevar un día que, de la nada, se larga una lluvia de la gran puta. Cosas chiquitas, boludas y hasta previsibles, evitables, no? Todo dentro del rango de lo más o menos normal.

Hasta que llegó ese día. Un día en que me di cuenta de que realmente estoy meado por una manada de elefantes mutantes. Lo vi todo muy claro, porque no me pasó esto con un objeto normal, me pasó con:


UN DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS Y ERRORES DEL LENGUAJE.


Sí, así como lo leen. Corría el año 2009 y había sacado por enésima vez un libro de errores de lenguaje de la biblioteca de Ciencias de la Comunicación. Yo qué sé, estaba en un momento en el que me gustaba leer prefijos, abreviaturas y preposiciones, aún no me lo explico.
La cuestión es que ese año, en el que también hice Facultad de Psiclogía, tuve muchas veces la mochila llena de cuadernolas de las dos facultades, entonces a veces tenía que sacar algunas cosas para no morir de una hernia múltiple...¿fulminante?

Bueno, ese día tenía la mochila llenísima, y decidí resignar el diccionario "Total, ¿para qué voy a necesitar un diccionario de dudas?" Listo. La cagada ya estaba hecha, era cuestión de tiempo para que la mierda cayera en el ventilador. Y así fue.
Situación: Biblioteca de Facultad, trabajando en grupo con dos compañeras; pero había una que la veía y se me caían las medias.

 En un momento dado, esa chica quiere hacerse un recordatorio a sí misma y empieza a escribir en una hoja. De repente para, me mira de reojo y me dice: "¿Cómo se pone 'horas'? ¿'HS' o 'HRS'?" Ahí dije 'esta es la mía', y le dije "Pará que tengo un...". Y ahí me di cuenta, recordé mis palabras de hacía unas horas, y entendí todo.

P.D.: Después de esa vez no saqué más el diccionario y al terminar ese año no volví a la facultad. ¿coincidencia?


El siguiente fue otro momento de infelicidad. Está bien que sea un poco malo en la cancha. Pero eso es en la vida real, no necesito que la realidad virtual me recuerde nada. Este gol estaba HECHO. El arquero había dado rebote y tan solo era cuestión de pegarle al balón para que entrara. Pero claro, no contaba con la mano negra, no de mí, sino de la máquina:



Así, ASÍ... así es mi vida.

1 comentario:

Hugo dijo...

esas cosas pasan, si, la maquina es una hija de puta, a mi una vez le di un pase al golero se dio media vuelta y le prendio al arco pero bueh, que se le va a hacer, es la pes, ah y otra vez me paso que jugando con theo walcott, me empujaron y termine del otro lado de las vayas tratando de salir, y me era imposible pasar, no tengo registros de dicho acontecimiento, pero si encuentro la formula para repetirlo, SABELO QUE LO GRABO