31 de diciembre de 2010

El otro balance

Termina el año termina y empiezan los balances, acá están los míos:


Peor día del año: 22 de agosto.
El partido contra Pollo +5.
Resulta que con unos amigos nos metimos en un campeonato de fútbol 5. Nos teníamos bastante fe, habíamos vapuleado a todos los rivales en los amistosos y estábamos aceitadísimos.
Primer partido del torneo, nos toca jugar contra un equipo llamado 'Pollo más cinco'. La cuestión es que no parecían cinco, parecían quince. Llegaban por todos lados, aparecían siempre desmarcados y nos hacían goles de todo tipo, de los golazos y de los imposibles.
Encima de perder, nos goleaban. Y arriba de eso, el árbitro los conocía y cobraba para ellos, aún cuando no necesitaban esa ayuda para ganarnos.
No sé bien en qué momento fue, pero llegué a la conclusión de que íbamos a perder. Y fue horrible sentir esa impotencia de saber que hagas lo que hagas, aunque ellos jueguen con dos jugadores, íbamos a perder. Y ahí me desacaté y empecé a revolear patadas para todos lados, pero ese no fue el peor momento.
En una jugada, el 14 de Pollo más cinco claramente baja la pelota con el brazo, y empiezo a protestar. Estaba sacadísimo, y dije de todo pero el amigo del Pollo no cobró nada. Encima el 14, canchero, me decía que no había sido mano y me pisaba la pelota. Pero fue peor aún; de ahí en adelante, cada vez que recibía una pelota, tiraba las manos para adelante como si la fuera a tocar, para después sacarlas y hacer el amague. Ahí me enfurecí del todo. Tenía dos opciones. Partirle la boca de una patada, bajarle un par de dientes y terminar agarrándome con el pibe, más alguno que seguro se iba a meter en la hecatombe; o salir. Hice lo segundo. Pedí el cambio y vi desde afuera como perdíamos. No fue tanto, 11-5 creo.
Estaba enfurecido y con mucha, mucha bronca. Pero me la banqué. No saludé a nadie del otro equipo, como corresponde, y esperé a que mis compañeros se cambiaran y pudiérams irnos y olvidarnos de esa pesadilla.
En eso, para mejorarla, vino el "juez" y empezó a decirme que no me tenía que calentar si me pisaban la pelota, y traté de explicarle en todos los idiomas que me molestaba lo otro, el amague con las manos, que eso era provocación y había que sancionarlo. Obviamente no entendió. Y ya no importaba, habíamos perdido. Mientras los pocos adultos que habían ido a vernos me decían que me calmara, un sentimiento horrible me inundó, y tuve que irme al baño a hacer lo que hacía más de tres años que no hacía. No, caca hago seguido por suerte. Me escondí en el baño y me puse a llorar como un idiota. Pero no podía hacer otra cosa. Habíamos (y había, yo) jugado pésimo, nos habían llenado la canasta y encima nos gastaron. Nos pisotearon deportiva y moralmente. Me fui a medio llanto hasta mi casa. A los poquitos días escribí este post, como manera de justificarme tal vez.
Eso sí, el día que juguemos la revancha no vamos a ganar, pero que le voy a devolver la gentileza al 14, seguro. Algo así como lo que le hizo Méndez a Falcao hace unos años.



Mejor día del año: 18 de marzo.
Los Guns en el Estadio.
Habíamos sacado una entrada bastante cara (nada menos que setecientos pesillos) para ver el recital desde acá:

Bienvenidos a la loma del orto.


Antes de empezar los teloneros vimos que un par de personas se colaban desde la tribuna, arrastrándose por abajo de las vallas cual video de entrenamiento de Al-Qaeda, pero la mayoría eran parados por los de seguridad y amablemente escoltados ¿fuera del recinto? Ni idea de dónde terminaban.
En eso, sale Vendetta a tocar. Bah, eso parecía, porque todo lo que veíamos era un muñequito de dos centímetros de alto que movía un brazo, como tocando algo que parecía una guitarra. Nos chupamos. Mucho. Pero era lo que había.
Después salió ReyToro y sucedió todo. Y todo durante el mismo tema, para mejor, este tema. Vimos que la gente había roto una de las vallas y estaba pasando en masa, la seguridad no alcanzaba para la cantidad de gente que estaba cruzando. Miré a Hugo, él me miró y no hizo falta hacer más nada. Le dije "Parate, y si te parás voy." Se paró y partimos. Nos tiramos del primer anillo de la Olímpica para la parte de abajo y cruzamos la valla. Me rompí el buzo, pero no importó. Todo valió la pena al pisar el pasto del Centenario, no ver ningún guardia cerca y correr saltando hacia mi amigo, a quien abracé como si hubiéramos salido campeones del mundo.
Después pasó Sebastian Bach, con su traje de cuero de una pieza y su revoleada de cable de micrófono, y después el plato principal, los Guns, a los que vimos desde acá:




Y los que me conocen lo suficiente saben que lo que pasó al día siguiente hizo de esas las mejores horas del año.


2° puesto - 3 de octubre
El día que ganamos la Copa de Plata.
Después de la situación de arriba, el resto del torneo tuvo resultados dispares para los Supercampeones. Aún así, llegamos a la última fecha con chances de ganar la Copa de Plata, que se jugaba entre los cuatro peores equipos del torneo. Si ganábamos, ganábamos la Copa. Y así lo hicimos. Con mi cuota de gol -fui pichichi del equipo- y el aporte de todos los que estuvieron, pudimos gritar Campeón.










La persona del año estuvo difícil, pero se lo termina llevando nada menos que:


Marco Antonio Solís

Recapitulemos. Mi vieja se hizo fan de Marco Antonio el año pasado, ponele. Y al muy... inoportuno, se le ocurre venir por primera vez al Uruguay en Noviembre. Desde Marzo estuve entrando a todas las páginas habidas y por haber del tipo para ver cuándo venía. Todos los fines de semana me despierto con algún hitazo del tipo de fondo. Y he tenido que bajar más que un par de discos. Y después de semejante desgaste, conseguí la entrada en primera fila y pudo ir. Igual también ese entra en los mejores momentos del año.


Fail del año - 5 de octubre
La llegada temprano a clase.
Era una semana del culo. No estaba pegando una, pero finalmente tenía el desquite. La primera clase de un práctico súper exigente pero súper interesante. Me bañé, me perfumé y salí, re contento. Hasta llegué antes de hora y todo. Me fui directo al salón que estaba publicado en la cartelera y entré sin pedir permiso, mientras miraba a mis nuevos compañeros. En eso, mi nueva profesora se levanta y me pregunta qué estoy haciendo ahí. Mis compañeros me miran extrañados. Yo digo "¿Diagnóstico?" La profesora me dice que sí, pero que ese era el grupo del segundo trimestre, que el tercer trimestre empezaba UNA SEMANA DESPUÉS.
Así que sí, ahí me acordé de qué fecha era y salí corriendo despavoridamente de ahí. No había ido veinte minutos antes, había ido una semana antes. Ganas de dejar la facultad no me faltaban.

Esto ha sido todo. Feliz dos mil once. Nos encontraremos en otro post.



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